Este cuento nace de la iniciativa de una protectora en Sevilla donde pidieron que se escribieran relatos de sus peludos para promover la adopción de los mismos y yo me enamoré inmediatamente de los ojitos de Aretha.
Ella fue encontrada por esta protectora en una acera, casi sin energía, pues la pobre sufría de filariosis (para quienes no conozcan esta enfermedad, son gusanos que se alojan en distintos órganos, especialmente en el corazón y pulmones). Una vez que la rescatan, empiezan con su tratamiento y una vez recuperada, la protectora empieza a promocionar su adopción.
Cuando empiezan a publicar los relatos de cada uno de los perros, me llama la atención que muchos lectores se interesan en mi cuento y, lo más bonito de todo, ¡es que preguntan por su adopción a través de él!
Al final su adopción se concretó; lástima que no he podido contactar a quien la haya adoptado, pues me encantaría escribir una segunda parte.
Gracias Aretha por permitirme empezar esta avalancha de cuentos. Definitivamente eres ¡um perrete con suerte!
¿O soy yo la humana suertuda?
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